martes, 21 de agosto de 2007

SUELOS DE SABORES










Hoy caminando por la calle me ha sucedido algo que no soporto. Resulta que yo iba placidamente camino del trabajo, cuando he sentido como algo del suelo se agarraba a mi bamba y no se quería soltar. Y no era otra cosa que un asqueroso chicle, si esas golosinas que viven la mayor parte de su vida en el suelo de las calles. Cuando salen de la fábrica ellas ya saben que van a acabar formando parte del asfalto.

Lo complicado de que se te enganche un chicle es despegártelo del zapato, porque una vez se te pegan se quedan contigo durante horas y horas. Tu vas caminando y notas como aquel pedazo de goma quiere volver al suelo. Pero la culpa de todo esto, la tienen esas personas que deciden que el suelo es el mejor lugar para que vivan los chicles. Esto ya viene de lejos los neolíticos ya eran unos guarros, el otro día una estudiante se topó un chicle de 5.000 años. La golosina fue encontrada durante unas excavaciones, ósea que eso demuestra que lo de tirarlo al suelo viene de lejos. Y es que el chicle es algo que suele gustar a la mayoría de gente.

Tras la historia de los chicles existen muchas leyendas urbanas. El otro día leí en un foro, una mujer que preguntaba si comer chicle era malo si estabas embarazada. Yo no sé donde se ha sacado eso esta señora, pero digo yo que quizás se empezó a preocupar cuando el niño al verla comerse uno, le empezó a dar patadas. Ya que le pedía a patadas que le diera uno. Ya lo ven tan pequeños y tan golosos.

Los niños es que son golosos antes de nacer. Seguro que a ustedes cuando eran pequeños también le decían eso de, no te tragues el chicle que se te formara una pelota en el estomago y luego te la tienen que sacar. ¿Conocen a alguien que le haya pasado? Una compañera mia se los comía de 3 en 3 y tengo que reconocer que la barriga le empezó a crecer misteriosamente. Por el barrio se empezó a correr el rumor que estaba embarazada, los padres incluso la llevaron al medico. Y aquel hombre acusó a la niña de mantener relaciones sexuales con boomer. Los padres salieron de la consulta indignados, y con un nieto muy pero que muy estirado.

Pero si para algo sirven los chicles es para hacer tonterías con ellos. Tu estas en un momento romántico con tu pareja, y para hacerla reír decides pegarte el chicle en la nariz. O intentas sorprenderla haciendo una pompa, que acaba explotándote en toda la cara, dejándote cara de tonto. Lo malo viene cuando te tienes que despegar de la cara esos trocitos que se te han quedado incrustados debido a la explosión de la gran pompa. Además como tienes tan mala suerte todo esto ha sucedido en un lugar publico, donde te acaba viendo bastante gente.

Luego esta la gente que no le basta con tirar el chicle al suelo, sino que antes de hacerlo lo guarrea a más no poder. Si, les hablo de esa gente que de repente se meten el dedo en la boca y lo sacan con el chicle enganchado. Entonces es cuando una vez lo tienen fuera, empiezan a enrollárselo en uno de los dedos y los estira imagino que para comprobar su longitud máxima. Pero no contentos con ello, luego lo vuelven a introducir dentro y continúan masticándolo. Y claro cuando se cansan pues lo tiran al suelo, para que luego cuando pase alguien como yo lo pise y acabe acordándome de toda su familia.

Y es que este tipo de manías como hemos podido comprobar ni en 5.000 años se han conseguido quitar. Quizás el futuro nos depara nuevas forma de identificar a los infractores. ¡Yo les pondría a todos, penas de cárcel! o por lo menos que me limpien las bambas que parece que la suela este hecha de chicles de fresa y menta. Por una ciudad limpia no abandones a tu chicle, el nunca lo haría...

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